El líder de Wagner, Yevgueni Prigozhin, sorprendió al mundo al dar marcha atrás en su enfrentamiento con las autoridades rusas y anunciar el retiro de sus combatientes de la ciudad de Rostov.
Esta decisión pone fin a una intensa crisis de 24 horas que sacudió los cimientos del poder en Rusia y dejó a todos en vilo.


En un mensaje de audio transmitido a través de su canal de Telegram, Prigozhin afirmó que era el momento de evitar derramamientos de sangre. Reconoció la responsabilidad de proteger la vida de sus hombres y anunció su retorno a las bases permanentes siguiendo un plan establecido.
El líder de Wagner señaló que las élites militares rusas intentaron desintegrar su grupo, lo que provocó su rebelión y la declaración de una «marcha por la justicia».
Durante este período, avanzaron rápidamente hasta llegar a estar a tan solo 200 kilómetros de la capital, Moscú, tras tomar la ciudad sureña de Rostov del Don.
Sin embargo, Prigozhin también admitió que en ese lapso de tiempo podrían haberse derramado sangre rusa, aunque afortunadamente no fue así.


Esta retractación por parte del líder de Wagner se produjo luego de la mediación del presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, quien logró un acuerdo entre Moscú y Prigozhin con la aprobación del presidente ruso, Vladímir Putin.
Las autoridades bielorrusas afirmaron que se ha planteado una opción beneficiosa y aceptable para resolver la situación, garantizando la seguridad de los combatientes de Wagner.
Lukashenko y Putin mantuvieron una conversación telefónica en la que el presidente ruso agradeció al líder bielorruso por su intermediación, destacando que ambos se conocen desde hace dos décadas.
Mientras tanto, los gobernadores de las regiones que habían impuesto restricciones para evitar el avance de los milicianos de Wagner hacia Moscú comenzaron a levantar estas medidas.
Por su parte, los «wagneritas» emprendieron el regreso a sus bases permanentes desde Rostov del Don, siendo despedidos por los habitantes locales con aplausos y palabras de agradecimiento.
A pesar de este acuerdo, ha habido voces críticas, como la del líder prorruso Ígor Guirkin, también conocido como «Strelkov». A través de Telegram, expresó su desconfianza hacia los acuerdos alcanzados entre las autoridades y Wagner.
Considera que la situación aún no ha concluido y que lo ocurrido en las últimas 24 horas fue más que una simple rebelión armada, calificándolo como un verdadero golpe de Estado.
El desafío planteado por Prigozhin comenzó el viernes por la noche, cuando anunció la sublevación del grupo Wagner, alegando un ataque por parte del Ministerio de Defensa ruso.


Sus milicianos, estimados en unos 25.000, cruzaron la frontera y se dirigieron a Rostov, donde tomaron el Estado Mayor en las primeras horas de la madrugada.
La Fiscalía rusa acusó a Prigozhin de organizar una rebelión armada, mientras que el presidente Putin lo acusó de traición y advirtió que sofocaría la sublevación para evitar una guerra civil.
A lo largo de la mañana del sábado, Prigozhin, quien se considera un patriota, negó la posibilidad de entregarse.
Posteriormente, dirigió columnas de combatientes hacia Moscú y llegó a estar a solo 200 kilómetros de la capital. La situación fue tan desafiante que las autoridades rusas establecieron el régimen antiterrorista en Moscú y sus alrededores, desplegando policías armados con ametralladoras en la entrada de la autopista M4 Don para detener a los mercenarios.
Finalmente, en la tarde del sábado, el líder de Wagner ordenó a sus soldados que regresaran a sus bases para evitar derramamientos de sangre.
Esta crisis rusa ha captado la atención de la comunidad internacional, desde Estados Unidos y la Unión Europea hasta la OTAN. Ucrania, en particular, ha interpretado estos eventos como un indicio del posible colapso del régimen de Putin.


La inteligencia militar británica consideró este desafío como el más significativo en mucho tiempo, y la lealtad de las fuerzas de seguridad rusas será clave para el desenlace de la crisis.
El mundo está atento a lo que suceda a continuación en Rusia, ya que estas 24 horas de rebelión han puesto en evidencia las tensiones internas y las posibles grietas en el poder.